Ciudad mágica. Palabras que se lleva el levante. Historia,
mucha historia por cada rincón. Desde la torre Tavira una pareja admira el
resto de torres que regala Cádiz a la vista. La torre sillón, la militar, la
mixta, y la más mágica de todas, “La bella escondida”, oculta a los ojos de los
gaditanos, solo la privilegiada torre Tavira puede dejarnos admirarla.
El falla. Lugar emblemático, lugar perfecto. Una terraza,
una cerveza, un tinto de verano y la compañía adecuada con las confesiones
oportunas que van surgiendo a raíz de la segunda ronda. Nada más se necesita
para estar en la gloria.
Pero como es de esperar, de Cádiz siempre se quiere más y
más, siempre hay algo que ver, que descubrir o que volver a admirar para adivinar
nuevos secretos. Pasear por la Alameda Apodaca tampoco es suficiente, quieres
más, volver andando por el paseo para admirar la playa totalmente a oscuras,
adivinando que el mar está ahí tan solo por el romper de las olas.
Por el día, un día perfecto, ir a La Caleta, ver sus barquitas
adornando el mar, entre ellas “Mi gitana” la cual provoca un sueño fugaz en mi
mente. Me veo montada en ella, riéndome, saltando al mar, mojándome el pelo. La
playa te atrapa, pero el hambre que provoca el disfrute pleno empieza a hacer
mella.
Adentrarnos en las calles de Cádiz, dejarnos guiar por los
que saben y terminar con una botella de vino blanco en una “tasca” típica
andaluza, de las que me encantan, de las que admiro tanto por su historia como
por sus gentes.
Al salir de allí, con los efectos que provoca una botella de
vino entre dos, ir a un sitio único, que te lleven a un sitio único, el cual
quedará solo para mi, pedir dos copas y dos cafés y entonces, solo entonces,
ver el futuro entre palabras y entre confesiones. La persona que tienes
en frente eres tú, y tu eres ella, porque sin quererlo y sin haberlo planeado
nos contamos nuestros secretos más íntimos, aquellos que pase lo que pase,
aunque nunca más volvamos a estar así, sentados uno frente al otro siempre
poseeremos y es lo que nos hará realmente formar parte de la otra persona.
Mi sitio favorito de Cádiz, sin lugar a dudas, la Plaza San
Antonio. Todo lugar en Cádiz tiene una historia, para cada uno la suya, para el
mundo en general la escrita en los libros. Para mí, en particular, es el lugar
que escuchó mis carcajadas, nada discretas por cierto, donde en el justo centro
de la plaza, bailé sin música pegada a la mejor de las compañías, donde he
vivido uno de los momentos más felices de mi vida.
Cádiz es y será siempre mi lugar en el mundo. Tres, sólo
tres veces la he visitado y puedo decir sin ningún tipo de duda, que estoy
totalmente enamorada de ella.